Hoy es día de muertos y en México el culto a ellos se reviste de un misticismo especial. Decía mi abuelo que no debíamos temerle a los muertos sino a los que se pasan de "vivos".
Este año mis hijos querían hacer una ofrenda tradicional, cosa que no hice en años anteriores, pero respetando y con ánimo de rendir tributo a nuestras costumbres nos dimos a la tarea en esta casa de adquirir los elementos indicados, flor de cempasúchil , calavera de azúcar, papel picado y la comida favorita de los abuelos, lo que una ofrenda de muertos requiere. Todo con el fin de honrarlos, además de invitarlos a degustar sus platillos favoritos, llamándolos con el corazón para que su recuerdo y esencia se mantengan vivos.
Elegir a la persona a quien dedicaría la ofrenda no era difícil,a María, mi abuela. Una mujer dotada de tal convicción y valentía, que con apenas 16 años fue capaz de tomar la decisión de volcarse ante el amor sin importar lo imposible, sin reconocer las renuncias, para iniciar a muy temprana edad una vida que había de disfrutarse al máximo porque no sería muy larga.
Cada momento lo vivió con pasión al lado de Juan, su gran amor. Se entregó con dedicación absoluta a costa de romper con su propia familia, de olvidarse de todas sus tradiciones hasta de su propio idioma. Pero no de su propia felicidad, la que irradiaba a su alrededor, a sus queridos hijos, a la familia de Juan que llegó a quererla y admirarla con una distinción fuera de lo común.
Contar su historia fue uno de los pretextos que me motivó a escribir, la conocí muy poco pues murió cuando tenía dos años, sin embargo aún conservo la única imagen que permanece en mi mente de ella, con un rostro lleno de una bondad tan generosa que es difícil describir. Hace un poco más de dos años preparé un pequeño documental de la vida de María Salame Daniel como regalo para mi madre. Hoy me gustaría compartirlo con quien tenga el tiempo de hacerlo como parte de mi ofrenda, y si es cierto lo que la tradición de este culto nos dice, tal vez pueda compartirlo también con ella al lado de una taza de turco como nos gusta a las dos.