17 abr 2013

Para mi amado padre a 4 años de su partida

Dicen que las almas viajamos en conjunto a través de las épocas, y que en cada vida nos toca aprender algo que no hayamos podido en alguna anterior. Hoy estoy convencida de que ya he tenido la fortuna de conocer a algunas de esas personas, porque al encontrarme con ellas instantáneamente sentí conocerlas de tiempo atrás, así, sin una explicación. Ese sentimiento de bienestar que de manera natural se experimenta a su lado, me hace desear que se queden por un largo tiempo a mi rededor.


Algunas de esas personas, siguen dentro de mi vida y me ayudan con los aprendizajes que me llevan hacia el sentido o propósito que continúo descifrando a cada día. Una de esas personas llegó a mi vida hace poco y luego se esfumó, cómo quisiera tenerle de vuelta, y sólo espero que el Universo se confabule para que así sea todavía en ésta. Otra de esas personas, ahora entiendo, lo fue mi padre, y aunque a él también quisiera tenerlo de vuelta, sé que en esta vida no será. Sin embargo y a pesar del dolor de la nostalgia aún después de cuatro años de su partida, su recuerdo me llena de emoción, porque más allá de las palabras, que en su caso no solían ser muchas, con él me comunicaba a través de un cariño incondicional, la sensación empática que logramos desarrollar sobre todo en los últimos años de su vida, es tal vez la misma que sigo sintiendo hasta ahora, así es como todavía lo siento presente y a la vez lo extraño tanto. Los aprendizajes que él me regaló fueron considerables y algunos de ellos se volvieron piezas fundamentales en el rompecabezas que continúo completando.

Mi mente guarda una visión muy clara de su rostro, su imagen está impresa con nitidez, ese bellísimo color en sus ojos verde mar, las suaves canas plateadas de su preciosa melena, incluso el sonido de su voz, una voz que siempre fue joven; todos esos detalles que lo conformaban están grabados en mi mente y tatuados en mi alma, con toda certeza para que al reencontrarnos en nuestra siguiente vida, podamos reconocernos instantáneamente, así, sin una explicación.