Hace algunos años la inquietud de llevar a cabo un proyecto del establecimiento de una Cafetería me acercó a exposiciones y eventos que me orientaron en la materia.
Mi gusto por un buen espresso y el concepto de entregarlo como toda una experiencia al cliente, me fue empujando hacia la cristalización de tal idea, luego recopilando información de proveedores, alternativas de café de excelencia a diferentes presupuestos, mobiliario y posibles ubicaciones, llegué a una conclusión poco estimulante, no tenía la inversión que estimaba necesaria para arrancar el proyecto.
Además los tiempos desde la perspectiva económica no estaban para apostar todos los huevos en una sola canasta, en aquel momento de mi presente decidí abandonar toda intención.
Sin embargo los sueños que uno deja atrás son los mismos que con el paso del tiempo crecen y se nos enfrentan al paso, los imagino como círculos regresivos que nos arrastran a su órbita provistos de la energía y recursos que se acumulan en nuestra voluntad.
Me gusta conferirle a los sueños las mismas cualidades de conservación que a la materia ante las reacciones, no se crean ni destruyen sólo se transforman. Mi proyecto de Café con el tiempo se transformó en un Café Toscana descrito a detalle en su decoración, funcionamiento y puesta en marcha, sólo que de manera virtual a través de las palabras que construyeron una trama que me ha regalado el título de escritora, contadora de historias y uno que en particular me agrada: “artesana de las palabras”.
Debo reconocer que la órbita impulsada por la energía que un nuevo despertar ha provocado en los últimos tiempos en mi vida, se me presenta de nuevo como una regresión, como una aventura increíble que ignoro si podrá ser cumplida, pero como ya se sabe, a veces es más emocionante el camino andado que el destino final.
La inquietud surge de nuevo después de haber compartido unas líneas con Roberto, otro lector que me transmitió vía electrónica la experiencia que produjo en él una visita en mi Café Toscana:
“He leído su fascinante libro de "Café Toscana" y de verdad me ha gustado, la felicito, me hizo recordar pasajes de un proyecto similar que llevé a cabo hace 5 años y reviví con su libro momentos de alegría y de sueño otra vez. Me gustaría visitar su café, ¿podría darme la dirección?”
No es la primera vez que alguien me pregunta la ubicación del Toscana, ¿será que no dista mucho de convertirse en realidad?
A partir de un intercambio epistolar, conocí la historia del proyecto que Roberto vivió, con mayor detalle , curioso que a él se le hayan removido los recuerdos de un “Le Grand Café” del pasado y a mí al leerle se me hayan removido los recuerdos de un “Café Toscana” del futuro.
8 comentarios:
Querida Susana
De esto, creo que no habíamos comentado (¿o sí?), pero fíjate que mi sueño dorado es dejar de ser asalariada y dedicarme a atender un Café. No sé si conozcas (y si aún exista, dada la competencia del nefasto Starbucks) un Café en La Condesa (calle Tamaulipas): “Village Café”. Me encantaba su concepto: comida ligera y muy rica –medio italiana-francesa-, buen café y vino tiento; más libros y periódicos a disposición de los clientes solitarios, y todo aderezado con suaves notas de música clásica.
Y ahora que te leo, regreso a mi sueño un tanto olvidado, a punto de claudicar dadas las condiciones económicas del país, donde casi ningún cafecito pequeño sobrevive (por no mencionar las mías).
Un beso
¿Asi que es de verdad la experiencia del Grand Café? A veces parece verdad que todo está conectado.
Lo mejor, lo mejor sin duda que le puede suceder a un libro es que quien lo lee lo sienta como real, que el sueño descrito se torne realidad para los lectores. Y lo has conseguido, es evidente. El Café Toscana es mucho más real que otros muchos cafés perceptibles a los sentidos.
Un abrazo de enhorabuena, compañera artesana.
Cómo eres encantadoramente hábil para hilvanar un delicado hilo que conjunte la realidad y la ficción, me encanta cómo sueños y realidad se pueden fundir amén de las experiencias compartidas de leer tu Café Toscana, mi querida Susi
...
Hola bonita.
Ese sueño, ese café, esas horas de plática, ese compartir.
Tantas cosas mi Susi.
Ya hemos platicado sobre eso de los cafés, ¿recuerdas? fue con mi amigocha Ale, que junto contigo, Mara y yo, hablamos de ese sueño cafetero,librero-musical.
Vaya pues, parecería que lo hemos tenido muchas personas.
Vengo también a desearte...
¡Felicidades!
Mafalda
Mi querida Marichuy:
No, creo que no lo habíamos platicado, pero como siempre me asombran nuestras constantes coincidencias. No conozco el "Village Café" pero un día de estos me aventuraré a buscarlo.
Ojalá algún día nos llegue nuestro momento de Café.
Fernando:
Mi muy querido colega artesano :-) así es, la historia es real, en eso consiste esta nueva idea del Blog de Café Toscana de narrar relatos de lectores reales cuyas historia detrás de la historia se cuentan aquí.
Roberto me compartió esta bella historia y también la posibilidad de iniciar de nuevo el proyecto ahora también con la ayuda de su hija, y me pareció increíble.
Iván:
Qué bueno que te ha gustado, a mí me encanta escribirlo, y seguiré intentando fundir los sueños en la asequible realidad.
Un abrazo
Mi querida Mafis:
Gracias por todo :-)
Sí, me acuerdo de Ale y Mara en aquel primer café en que nos conocimos con la Señora Martha y en la comida, nos hace falta repetir!!!
Algún día podremos hacer ese sueño realidad amiga mía, poco a poco pero a paso firme.
Un abrazote
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