Hay diferentes momentos en la vida, horas para pensar y reflexionar, horas de brillo y felicidad, instantes de profundo dolor o intensa dicha, pero hay otras que son simplemente horas de fiesta...
"Horas de fiesta"
-¿En dónde es la fiesta? –Pregunta ansioso Daniel, por tercera ocasión.
Con toda paciencia, Ana le responde por cuarta vez -En casa de Laura. Debes poner atención.
-Está bien –dice Daniel frunciendo el ceño.
-Observa por dónde vamos, es muy bueno orientarse. Disfruta del recorrido ¡mira que bonitos edificios!, -agrega Ana, mientras conduce en medio de una transitada avenida de la ciudad, con una optimista sonrisa dibujada en el rostro.
-Son muchas calles para recordar –replica él con cierto enojo.
-No si pones atención –insiste ella.
-¡Esto no me gusta! Ni siquiera alcanzo a leer todos los nombres -afirma Daniel ahora en tono de protesta -¡manejar es divertido! Eso quisiera hacer.
-Ya sabes que no puedes. Empieza por fijarte en las calles y si un día de éstos te dejo manejar, podrás regresar a casa sin problemas. –Argumenta Ana en un tono conciliador.
El tiempo pasa más lento, con las mismas preguntas, el calor y tantos autos.
A Daniel le agradan las visitas a casa de Laura y aunque no pasó mucho tiempo le parece una eternidad desde la última vez que estuvo allí. El gusto que siente, lo obliga a preguntar nuevamente. -¿En dónde es la fiesta?
-¿Otra vez Daniel? Me preguntaste hace diez minutos, ya te dije que pongas atención.
-¡No es cierto! Si no quieres contestarme no lo hagas, pero no te enojes conmigo –señala decepcionado. Porque él en verdad no recuerda lo que le preguntó a Ana, está distraído con sus pensamientos.
Daniel se entretiene en la reunión, pero después de una o dos horas, mientras Ana descansa de las repetidas preguntas y disfruta de una conversación entre adultos, se acerca a ella y de manera insistente le pide volver a casa. -¡Quiero irme!
-Espera un poquito, estoy platicando.
-Llevamos mucho tiempo aquí, ¡vámonos ya!
-Aún no Daniel, llegamos hace una hora, fue largo el camino pero...
-¡No quiero estar aquí! -Interrumpe Daniel caprichosamente.
Con una voz enérgica Ana le advierte -¡Nos quedaremos aquí una hora más y después nos vamos!
Daniel aprieta los labios y muy enojado se sienta en el sillón, lejos de la mesa en donde los demás terminan de comer el pastel que Ana preparó.
-¿No quieres una rebanada? ¡Es tu favorito! -Insiste Ana con ánimo de aliviar el capricho. Pero Daniel no se toma la molestia de contestar, ahora observa a todas esas personas con las que Ana está hablando y aunque algunas le resultan conocidas, sólo tiene interés en volver a casa.
Es mejor cerrar los ojos por un momento, está cansado y quizá pueda dormir, así la espera le resultará menos desagradable.
Ha pasado otra hora y fue un alivio para Ana porque necesitaba desahogarse. Todos le dieron consejos y trataron de consolarla pero nadie pudo entender lo que ella siente. Su vida cambió desde que perdió a su compañero, fueron muchos años y la soledad es difícil, aún compartida.
Ella busca un modo de salir adelante pero a veces con la tristeza, la paciencia no es su mayor virtud y Daniel logra ponerla a prueba constantemente. Para él tampoco ha sido fácil, su mundo se escapa de la realidad pero hay momentos en los que sí logra reconocer el dolor de su pérdida. Él se refugia en todos los objetos que integran su entorno diario, dentro de ese espacio se siente seguro.
Ella en cambio quiere escapar, procura hacer contacto con los demás para que le ayuden a encontrar fuerza y soluciones, pero Daniel la arrastra siempre al mismo sitio, de vuelta a casa.
Un fuerte ruido se escucha afuera, los niños que juegan con una pelota en el patio, rompen una ventana, Daniel se despierta en un sobresalto, sus ojos denotan gran inquietud, ve alrededor y no logra encontrar a Ana.
Al salir todos a cerciorarse que los chicos están bien, nadie se da cuenta de la expresión de Daniel, está perdido, desde su sillón trata de reconocer algo o a alguien pero en este momento no es capaz.
Por fin Laura se acerca y le dice -¿Qué te pasa? -Daniel no contesta, no escucha, en este momento no puede reconocer a Laura, sólo confía en su mirada con la que continúa recorriendo la amplia estancia, su corazón late fuerte, angustiado.
-¿Estás buscando a mi mamá? -Le pregunta Laura. Tales palabras logran que Daniel la observe sorprendido.
-¿Dónde está Ana? -Pregunta Daniel casi a punto de llorar, de pronto su rostro se ilumina al verla entrar en la sala como en una mágica aparición, exhala profundo recuperándose finalmente.
Ella percibe su inquietud y se apresura a decirle con una voz consoladora -Aquí estoy mi amor ¿ya te quieres ir, verdad?
-Sí, vámonos a casa –responde más tranquilo.
Laura le dice -¿Estuviste contento papá?
Daniel desorientado, desvía su mirada interrogante hacia Ana. Ella le repite por séptima ocasión -Es Laura, nuestra hija ¿no te acuerdas?
-¿Sí? -Contesta titubeante, perfilando un gesto condescendiente en su rostro.
Ana es quien posee la memoria que él ha perdido, la herencia en vida de su mayor legado, una carga a veces demasiado pesada para ella.
Ana y Daniel suben al auto que hace poco tiempo él todavía conducía, los hijos y los nietos agitan sus manos despidiéndose ante la aliviada y gentil cara del abuelo que no reconoce a la mayoría.
Ana arranca y conduce hacia el lugar en donde Daniel se siente seguro, la casa que vio crecer a sus hijos y jugar a sus nietos.
Ahora hay menos autos en la calle, no será tan largo el regreso.
-¿En dónde es la fiesta? –Pregunta emocionado.
-La fiesta ya pasó Daniel, ahora vamos de regreso a casa. –Contesta Ana paciente. Una lágrima se escapa de su voluntad.
-¿A casa? ¡Qué bien! -Concluye sonriente y satisfecho.
-Sí mi amor, a nuestra casa.
Susana Silva
Enero 2008
Para Ana y Daniel con todo mi amor.
"Fly me to the moon" - Frank Sinatra
19 comentarios:
Susana
Tu relato es muy conmovedor. No sé uno se conduele por la angustia de Ana; pero al mismo tiempo, siente una inmensa pena por Daniel tan indemne, perdido en la maraña de su memoria.
Un abrazo
Mi querida Marichuy:
Se trata de una historia de las que se viven a diario.
Ayer que vi en el cine la película de "Benjamin Buttons" encontré un puente entre su historia y el planteamiento de este relato. Como dice un amigo p... enfermedades, y otros muchos decimos pues de algo habremos de morir, pero la cruda situación es que de Alzheimer nadie muere.
Un abrazo
Gracias, necesitaba limpiar mis lentes de contacto... puestos... (es lo menos inteligente que se me ocurrió decir, no sé porque... claro, para llevar mi mente a otro lado... luego te cuento...).
Buen inicio de semana.
Oki Exenio, talk ... later...
Saludos
Están muy bien descritas las situaciones de los tres,es así,conozco muy bien el Alzheimer y te felicito porque no hay un ápice de ñoñería y por la cercanía que se siente entre ellos a pesar de la distancia mental.
He entrado en tu blog por casualidad, desde otro y me ha gustado.
Un saludo tocaya.
Gracias por tu apreciación tocaya, es así, un lazo que los une aún en la distancia mental como bien lo has dicho.
Bienvenida a seguir compartiendo.
Supongo que el Alzheimer es algo que nos puede hacer ver el valor de la muerte. Porque siendo (al menos yo lo soy) un puñado de recuerdos, del pasado y del futuro, envueltos en un cuerpo viviente, perderlos es mucho peor que perder la vida de ese cuerpo.
Menudo pulso tiene el relato entre historia y sentimiento.
Chapeau!
Comparto la visión de Fernando y agregaría el planteamiento de nuestra vida mas allá de los recuerdos y de los actos fisiológicos que nos tiene como seres vivos. En aras de la trascendencia a estos planos es que uno crea. Además que se nos recuerdará aunque ya no estemos (o ya no podamos recordar) Que maravilloso cuento y tengo el placer de compartir con uno mío la publicación en donde apareció hace un año, más o menos. Besos amibi, quelindoregresar a Cardamomo y Café y verlo reluciente, jovial y nítido como tu
FE DE RATAS (O de ERRATAS) Donde dice "recuerdará", sería más conveniente una palabra como "recordará" pero igual, el lenguaje puede ser un buen juguete y pienso que si alguien me "recuerdará" lo hará sin idealismos tal cual soy con mis defectos, y mis olvidos...
Me ha gustado. Besos.
...
Hola Susana.
Es difícil aceptar cualquier enfermedad.
La demencia senil y el Alzheimer, son enfermedades que nos muestran sin duda, el lugar donde se encuentra la fuente del pensamiento humano.
Perder o enfermarse de alguna manera nos convierte, en lo que sea menos en lo que antes fuimos.
Sabes amiga, los que miramos el deterioro del enfermo (familiares, médicos) todos los días reafirmamos la importancia de los recuerdos. Entonces planeamos almacenarlos, en algún lugar y no sólo en esa caja de sesos y hueso que puede enfermear.
Un abrazo para ti.
Mafalda
Fernando:
Difíciles reflexiones surgen en torno a un tema tan doloroso como éste, pero aún ese gran misterio del maravilloso recolector de recuerdos en nuestro cerebro no ha podido ser descifrado.
Gracias por tu apreciación.
Que bueno tenerte de vuelta Zombie,así es, este cuento es un recuerdo que nos une.
Un beso
Hola Noemí:
Que bueno compartirlo, un abrazo transatlántico.
Mafis:
Así es querida amiga, los recuerdos del pasado y los del futuro, tal vez el temor de perderlos me motiva a escribirlos encriptados dentro de emociones y fantasía pero al fin siempre recuerdos.
Un beso y gracias por ... you know
Hermosa tu narrativa, directa, emotiva y sin exageraciones. Me gustó.
La vida de una de mis abuelas se la llevó el Alzheimer, fue terrible desde el proceso de entender qué era lo que le sucedía hasta los últimos meses cuando ya no era capaz de recordar ni la presencia de alguien en un cuarto y se sentía sola permanentemente.
Me gustó mucho el que no caes en sentimentalismos pero no dejas por eso de velar lo terrible y progresiva que puede ser la situación.
Saludos.
MauVenom:
Gracias por compartir una parte especial de tus recuerdos.
Esa sensación de soledad que describes en su incapacidad de recordar ni siquiera una presencia me parece devastadora.
Es bueno saber que se logró transmitir un sentimiento auténtico con el relato, esa es mi búsqueda al escribir.
Bienvenido a mi café con cardamomo
Querida Susana:
Muy buena la historia... Me pregunto: ¿será acaso el inicio de una novela?
Me gustaría saber más de la vida de estos dos personajes...
Abrazos y besos
Pues uno nunca sabe Coro, de cuentos, verdades y mentiras empiezan los relatos de los escritores, ¿cierto?
;-) un abrazo muy grande que te encargo te des de mi parte a la orilla de ese espléndido mar de Cancún que me trae maravillosos recuerdos.
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